4 de marzo de 2010

EL TRÉN DE LA VIDA, UN LARGO VIAJE





















EL LARGO VIAJE DE UNA VIDA LLENA DE VICISITUDES Siendo todavía muy niño, allá dónde nací en una remota aldea de la Galicia profunda, me gustaba escuchar todo comentario que la gente mayor hacía en los ratos de tertulia.
Me tomo la licencia de afirmar que me sirve de orgullo y vanidad describir mis orígenes y mis vivencias con la claridad que perdura en mi mente a pesar de la lejanía en el tiempo.
Quizás, de haber nacido en el epicentro de cualquier ciudad llena de comodidades y servicios, mi relato tendía otro significado, no menos valioso pero si más comprensible para las generaciones modernas y actuales. Antes, los pueblos y aldeas estaban más poblados y no habiendo otros pasatiempos, cada cuál hacia una tertulia con las cosas de su vida. Unos daban detalles muy recientes de una guerra que habían vivido muy amargamente. Otros comentaban sus vivencias en Cuba y Argentina, dónde en aquellos tiempos la vida era mejor que en España y ya había emigrantes que estaban de vuelta, aunque los viajes durasen varios días para cruzar el Atlántico. Todo aquello me sonaba como algo inquietante para mí. ¡Sabe Dios cuántas ideas se me habrán ocurrido! Recuerdo con nitidez que, a pesar de mi infancia yo deseaba conocer otros pueblos, otros mundos, otras formas de seguir una vida distinta a la que conocía. Así fue, comencé mi viaje en la primera parada del tren, siguiendo un ambicioso y bonito trayecto, entre la infancia y pubertad, con los seres más queridos: abuelos, padres, hermanos y otros familiares, dónde en ese mismo trayecto ya se fueron bajando los primeros. Luego en la edad adulta, siguiendo en el mismo tren, pasé a otro vagón, dónde se fueron agregando esposa e hijos. Este es el tren dónde viajaba más gente y se compartían vicisitudes; en el trabajo, en un nuevo hogar, nuevo vecindario, nuevas amistades y con un amplio vínculo de familiares que se han ido añadiendo. Las fotos ilustran el contenido de la narración. Al llegar la jubilación, miro por la ventanilla y veo como se van apeando seres del mismo viaje. El paisaje carece de la misma frondosidad. El tren sigue pero medito y analizo todo lo bueno y lo malo que atrás ha quedado. Me sirve de consuelo el poder continuar mi ruta bien unido a los más cercanos, evocando aquella inquietud de la infancia. ¡Sueño cumplido! Los gozos superan a las penas en este viaje. Pero perduran recuerdos imborrables, valorando en positivo las distintas etapas de mi periplo La vida es un largo trayecto de valor incalculable. El Ser Supremo nos apeará a todos en alguna estación quizás no prevista. No obstante en el tren se siguen vislumbrando por las ventanillas amplios paisajes, bellos horizontes llenos de encanto, la memoria de comidas familiares y viajes turísticos.
Lo de las Américas, que siendo un niño todavía, me sonaba casi misterioso, como cito al principio, es sólo una referencia histórica que forma parte de mis recuerdos infantiles, y aún me parece que estoy viendo los ademanes de Señor Ramón y Señor Pedro que así se llamaban aquellos abuelos y vecinos del barrio, cuando detallaban sus hazañas uno en la Argentina de Perón y Evita y el otro en la Cuba de Fulgencio Batista.
Desde estas lineas confirmo que en la nuestra España también se puede desarrollar cualquier persona, lo mismo en valores morales como materiales, siempre ejercitando los principios de un viaje creativo y velando de tomar el mejor camino. La vida se compone de un continuo aprendizaje y cada amanecer tiene una nueva vivencia, mientras hay vida también hay camino para seguir.
Este escrito está pensado en primera persona. Pero puede ser el de otra cualquiera Anselmo Fernández Martínez

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