28 de febrero de 2009

LA ESENCIA DE UN VIAJE POR LA VIDA

LA HUELLA DE UNA BUENA RELACIÓN SOCIAL O FAMILIAR ES IMBORRABLE
Varias veces pienso que acabo de llegar de alguna parte: quizás de haber desarrollado una larga historia profesional. Quizás de la etapa más creativa de la vida. Quizás de un paraíso dónde se mezclaron todas las aromas esenciales de la naturaleza. Quizás dónde Dios asigna una meta y pone a prueba las dotes y valores del ser humano, desde el mismo instante en que uno viene a la vida.
Puede uno percibir todo el cariño, la comprensión, el apoyo anímico y el amor sincero de los más íntimos vínculos familiares, pero lo que es imposible es ponerle freno al paso de los años. Este ritmo lo marca el destino, sea uno creyente o no, pero se acaba diciendo "hasta que Dios lo quiera" No obstante, en nuestras manos están muchos remedios para mitigar esa velocidad acelerada de nuestra marcha hacia el OCASO.
Llegar ala jubilación no es un fracaso sino un éxito, y como tal, la bandera que cada uno siente como símbolo de sus principios y valores debe estar bien alta como señal de que aún seguimos gozando de las esencias de la vida natural. Habiendo nacido en el valle de Lemos (Lugo) mis insignias ondean con aquellos colores, aunque mi periplo emigratorio me encasille en otros lares distintos al iniciar la última etapa.
El paso de la vida activa a la situación de Jubilado es como cerrar una compuerta por la que ya no se puede retroceder. Atrás quedan grupos y equipos de trabajo con los que se han compartido proyectos de progreso y compromiso laboral, así como otros momentos de proximidad y camaradería: comidas de alterne, partidos de algún deporte dónde no hay preferencias en el equipo, así como una lista larga de anécdotas y curiosidades.
Pero eso pasa a la historia particular de cada uno y lo que se presenta a partir de el cierre de la compuerta es ya una nueva ruta a seguir bordada con innumerables ilusiones y deseos de cubrir los espacios que en la vida cotidiana no se han podido escribir.
Aunque sea irreversible el camino que nos lleva a la decadencia, no por ello debemos caer en la miserable idea de que ya no somos válidos.
Por lo cuál conviene tratar de hallar la mejor manera de dar todavía un sentido práctico a una vida sana con nuestras actividades de cada día de tal manera que los años de vida que nos quedan se prolonguen en el tiempo. ¡Ojalá sean muchos!
Anselmo Fernádez Martínez

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